Dejarlo ir

Visite un río o arroyo y lleve una flor. Coloque la flor en el agua. Mientras observa cómo la flor se desplaza río abajo, no la pierda de vista el mayor tiempo que pueda, véala hasta que se convierta en un punto diminuto en la distancia. Cuando se haya perdido de vista, cierre los ojos por un momento y luego ábralos a todo lo que todavía está a su alrededor; las plantas, el sol, el viento, el agua.

Esto puede ayudarle a recordar que todo está en movimiento y en curso. Incluso una vez que algo se ha perdido de vista, todavía está en camino a un lugar nuevo.

Apunte de: Asenath Lizárraga